Por: M.Sc Dania Domínguez Castro

El conocimiento de la vida y obra de José Martí hay que continuar profundizándolo actualmente en Cuba, teniendo en cuenta los desafíos de la humanidad frente a un modelo hegemónico capitalista absolutamente injusto e insostenible. Evocar a Martí es transitar una aleccionadora ruta de principios. El Apóstol vuelve siempre, y para reencontrarlo no hace falta como pretexto un enero o un mayo. Su presencia se nos ha vuelto necesaria.
Martí se nos presenta siempre como ese buen árbol cuya sombra inspira y energiza el alma cuando el camino plantea retos que amenazan con disminuir las fuerzas, si no se tienen claras las convicciones y los propósitos que impulsan el andar. Su legado es apreciable en su concepción sobre valores como la dignidad y el decoro.
Sentir la cercanía de Martí es imprescindible para preservarnos como nación independiente y como ciudadanos de bien. Su impronta nos dota del escudo perfecto contra los dardos del odio, las mentiras, los egoísmos, la desidia y la desesperanza.
Ante los síntomas del cansancio y ante las grietas en el muro del optimismo, se debe acudir con toda premura a su compañía, y recordarlo después del terrible fracaso de la Fernandina, cuando ya no había ni fondos, ni tiempo para otra empresa de ese tipo, pero le sobró dignidad para no rendirse.
El Apóstol era consciente de que quien sacrifica la honra compromete su dignidad porque la vida inmoral es la presa predilecta de las fuerzas del mal, de las que el hombre verdaderamente honrado debe sentirse llamado a combatir. Esto también se explica por su vocación por el deber, al que consideró verdad suprema.
Fue constante en su obra la alusión a la dignidad, aunque se sirvió de hacerlo de diversas palabras, encontrándonos con que “honra”, “decoro”,, “honor”, “espíritu” están entre las más utilizadas, sin faltar tampoco la expresión de “dignidad”, mucho más universal y abarcadora para expresar el valor en que se fundamenta el respeto a los seres humanos. Por eso fue esa y no otra la palabra que usó para referirse al fundamento de los derechos que debía garantizar la República que aspiró a construir después de lograda la independencia: “Yo quiero-dijo-que la ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”, anhelo que reza en el preámbulo de la Constitución cubana.
Él decía que “La dignidad es como la esponja: se le oprime, pero conserva siempre su fuerza de tensión. La dignidad nunca se muere”. De la misma forma que todo lo que no fuera compatible con la dignidad humana, caería.
Estrechamente relacionado con la dignidad está el decoro. Martí asociaba el decoro al gobierno. Veía en este último “un encargo popular: dado el pueblo; a su satisfacción debe ejercerse, debe consultarse su voluntad, sus aspiraciones, oír su voz necesitada, no volver nunca al poder recibido contra las confiadas manos que nos lo dieron y que son únicos dueños suyos”. Se hacía las preguntas ¿Puede mantenerse contra el pueblo el poder que se recibe de él? Cuando ha llegado el plazo que la ley fija para resignarlo; ¿es decoroso pretender conservarlo a toda costa? Y se respondía;” El propio decoro es la ley suprema, abandónese a él la autoridad exaltada u ofuscada; prefiera su propia satisfacción a una voluntad injusta, la derrota digna es la mejor victoria; el deber cumplido es el gobierno mejor” (“Escenas mexicanas”, Revista Universal, México, 8 de julio de 1875, t.6, p. 264.)
“Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana”. (Tres Héroes, La Edad de Oro, Nueva York, 1889, t.18, pág.305.) También veía la posibilidad de que había un mundo ancho para vivir con decoro.
Ejemplo de hombre con decoro fue Fidel Castro Ruz, el mejor discípulo de José Martí, del cual expresó; “ Martí nos enseñó su ardiente patriotismo, su amor apasionado a la libertad, la dignidad y el decoro del hombre, el repudio al despotismo, y su fe ilimitada en el pueblo” (26 de julio de 1973).


Por ello, hoy en el marco de la Jornada Martiana toda Cuba realiza actividades en su homenaje. Los granmenses alistan la conmemoración nacional de “Cara al sol” con diversas actividades que recogen la vigencia y legado del Apóstol. Entre las que se encuentran remozamiento del obelisco en Dos Ríos, muestra de la sala expositiva sobre la vida y obra de Martí en la región, concurso infantil “De donde crece la palma´”, entre otras
En la Universidad de Granma también los docentes se suman al homenaje dando tratamiento al pensamiento martiano en los contenidos de las diferentes asignaturas, en los matutinos se visualiza su fecunda obra mediante versos, poesía y resaltando valores patrios como el antimperialismo, el humanismo, vitales ante un mundo hegemónico y colonizador.
Seguir sus pisadas, como ese medio centenar de jóvenes que han visitado espacios de la ruta de Céspedes a Martí por comunidades de Manzanillo, Yara, Bayamo y Jiguaní, previo al aniversario de la conmemoración a su ascenso definitivo al pedestal de la Historia de Cuba, ha de ser una máxima para las nuevas generaciones de granmenses y cubanos.




Hoy a 130 años de su muerte, Martí sigue siendo guía espiritual de la nación, brújula de la creación heroica que han significado la Revolución y el socialismo en Cuba. ¡Hagamos de sus enseñanzas el andar cotidiano de cada cubano!

