El sendero del Guafe y la diosa Atabeira

Cabo Cruz es una comunidad de pescadores, perteneciente al municipio granmense de Niquero. A este sitio llegó Cristóbal Colón en su segundo viaje el 3 de mayo de 1494 y lo denominó Cabo de la Santa Cruz, en honor a la liturgia religiosa así denominada. Se reconoce por el faro construido en 1871, que junto a la Casa del Farero conforma un conjunto arquitectónico de alto valor. La existencia de vestigios aborígenes y sitios de interés arqueológico refuerzan el atractivo turístico de esta porción del oriente cubano.

En el perímetro de las mundialmente conocidas terrazas marinas de Cabo Cruz, se encuentra el sendero del Guafe, sitio arqueológico, que constituye uno de los más importantes exponentes de la cultura aborigen de Cuba. Ubicado en la parte suroeste del Parque Nacional Desembarco del Granma, el sitio abarca unos 500 metros cuadrados. En él la flora y la fauna tienen características muy particulares: plantas como el almácigo, el jagüey y la carolina, crecen al lado de arbustos y bellas flores silvestres que dan abrigo a reptiles, anfibios y aves de gran valor científico.

Aves como la cartacuba, el tocororo, el zunzuncito, la paloma perdiz, el tomeguín del pinar, el carpintero verde y el churroso, prestigian al sendero arqueológico y captan la atención de quienes lo visitan.

El área arqueológica de El Guafe está compuesta por varios sitios de habitación de gran tamaño para Cuba, tres de los cuales se hallan en un triángulo que no rebasa los dos kilómetros de lado. El área está enclavada en una zona de terrazas marinas de gran altura, cuya porción sur emerge desde el Mar Caribe. Las costas del oeste se ubican en el Golfo de Guacanayabo, de aguas poco profundas y relativamente quietas.

Durante el recorrido de dos kilómetros de distancia, pueden apreciarse los sedimentos de una comunidad aborigen, así como los rastros de sus actividades de supervivencia. Al adentrarnos, el camino se torna escabroso y de difícil acceso, hasta la aparición de dos cavernas, utilizadas por los nativos como cuevas para ceremonias y ritos fúnebres.

A unos 800 m del sitio El Guafe, el de mayor tamaño, se abre una serie de cuevas que continúan algo más alejadas hasta la primera terraza emergida, a una distancia aproximada de 2 Km. Los habitantes de las tres aldeas que allí existieron, se sirvieron de las cuevas para efectuar los cultos funerarios. Desde la década del 40 fueron hallados numerosas vasijas y esqueletos en el área de las cavernas más cercana a la costa.

El tiempo de existencia de estos sitios fue establecido mediante el método del carbono 14. Se tomaron para ello dos muestras de carbón vegetal extraídos de la excavación realizada en 1984. La primera de las muestras data de aproximadamente 690 años y la segunda en 375. Esto evidencia que la comunidad ya radicaba en el lugar unos 150 años antes de la llegada de los españoles a Cuba y que unos 75 años después todavía habitaban esos parajes.

Una de las cavernas de gran relevancia arqueológica es la Cueva Funeraria. Este lugar atesora importantes evidencias arqueológicas que demuestran la existencia de comunidades agroalfareras y preagroalfareras en la región. Allí pueden apreciarse seis ídolos tallados en estalagmitas, que se supone eran los guardianes de los enterrados allí. La comunidad de El Guafe esculpió el mito y con impresionante sencillez dejó visualmente perceptible, lo que en la oralidad quedó en sus descendientes y lo hizo llegar a estos tiempos.

Sin embargo, la cueva más conocida es la gruta de Atabeira, madre de todos los dioses y del agua para los taínos de la zona, esculpida en dos petroglifos que integran un conjunto ritual. Este conjunto exhibe restos de una aldea aborigen y de enterramientos según la categoría de los antiguos habitantes del sitio.

A la cueva de la diosa se puede entrar a través de escaleras y pequeños puentes de maderas, que facilitan el acceso. La caverna también es conocida como la del Ídolo del Agua, pues existe la costumbre de bajar para tomar con las manos el agua fresca y cristalina, mojar el rostro, y en secreto pedir tres deseos. Dicen los habitantes de esta zona que Atabeira concede esos deseos a aquellos que realmente creen en ella. Según los que lo han hecho antes, esto ocurre en breve tiempo.

Probablemente, lo más singular de este sitio arqueológico, es la iluminación que recibe Atabeira en el solsticio de invierno, cuando su estatua esculpida en piedra es bañada por el sol exactamente del 21 al 22 de diciembre y que regala un singular espectáculo.

El Parque Nacional Desembarco del Granma tiene en el Guafe un patrimonio con muchos sortilegios aún por descubrir, y es en sí mismo, uno de los lugares más atrayentes para el turismo de naturaleza.

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